Ya hace meses que me contactó una amable chica desde Suiza, Cassandra. Al principio no tenía claro si vendría sola a escalar o a hacer alguna ferrata.
La noche antes del día D me manda un mensaje y me dice: Mi novio vendrá conmigo. Jo (pensé), si le ha costado tando decidirs es que será un poco torpe.
25 de agosto, día de calor, los recojo y sobre las 10 estamos en el parking del Cid. Hay mucha gente corriendo pero ya de vuelta. Hacemos la aproximación, no hay nadie en la ferrata (suerte), y le entramos sobre las 10:30. Una explicación de como funcionar en la ferrata (ya han escalado antes un poco), las medidas de seguridad obligatorias a tomar y el uso de todo el material.
Hacemos unas primeras prácticas en los primeros tramos, descansando de los cabos de anclaje y viendo que la cosa no se dispara. Poco a poco subimos, y sin pensarlo ya nos encontramos en la cima del CID. Alegría y besos. Pero siempre hay cosas desagradables que ver, alguien defecó (por no decñr cagó) justo a la salida de la ferrata y se dejó todo allí enmedio (caca y papelitos).
Una vez descansados, le propongo a Fabian hacer la segunda ferrata más cercana, la del Xorret, a Cassandra le parece bien (no conoce la cuesta de acceso). Más corta pero más potente. Ruta al hotel, aparcar, coger el material y aproximación a la ferrata.
Vemos que hay tres personas ya en ella, pero bueno, aun nos queda un poco por llegar y les dará tiempo a acabarla.
Fabian la hace de miedo, pero a Cassandra se le atraganta el primer tramo. Solución: descansar un poco. Pero a mi sorpresa, alcanzamos a los tres que estaban delante, uno de ellos bloqueado de coco en el último tramo. Ya tienen un plan para subirlo, así que nosotros para abajo, y a refrescarnos la gola con una cervecita bien fresquita.
Estas son las últimas letras que ma ha mandado Cassandra a su llegada a casa:
"Thank you very much for the pictures. This was a great experience. So cool."
Gracias a vosotros por confiar en mí.
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